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Todo era oscuro, ella era el único cuerpo que se encontraba en el lugar, no había luz, pero sabía que algo o alguien la asechaba desde los fosos oscuros del abismo infinito en el que se encontraba.
Primero se quedó quieta donde estaba, esperando a que no pasara nada malo, hasta que empezó a escuchar la pesada respiración de algo más a metros de ella. El pánico la carcomía desde adentro mientras esa respiración horrible y seca se acercaba rápidamente a ella con pasos desesperados.
Ella empezó a correr hasta que las piernas se le cansaron. Gritar no serviría de nada, aunque lo intentó de todas formas la voz no le salía de la garganta y eso hizo que el pánico aumentara más y se arrastrara por su cuerpo como un demonio chupándole toda la energía que tenía. Seguía corriendo mientras el corazón le latía rápidamente tanto por la ansiedad como por las ganas inmensas de huir de la criatura extraña que la seguía el paso. Escuchaba su respiración y sus parpadeos porque la paranoia se apodero de ella, la criatura estaba cada vez más cerca y gemía por devorar el cuerpo de su víctima.
Corrían tan sincronizadamente que asustaba, como cazador y presa. Ella sentía como sus piernas se cansaban y como las lágrimas corrían por su rostro, la criatura estaba a 5 pasos de alcanzarla. De repente sintió frio recorriendo su cuerpo, estaba flotando en una superficie llena de agua, no había nada siguiéndola, pero de todas formas el miedo hizo que empezara a moverse con todas sus fuerzas para salir del agua.
Aunque sabía que tal vez algo la seguía buscando, sentía como los músculos se le relajaban al estar en contacto con el agua. Pero debía seguir moviéndose, solo por seguridad.
Seguía nadando en el agua que parecía ser infinita, y esta vez ya no se sintió tan relajada como hace unos minutos. La ansiedad volvió a apoderarse de su mente, empezó con los movimientos torpes y desenfrenados en el agua, luego con los escenarios en su cabeza en los que moría de diferentes formas en esa extraña superficie sin fin, y finalmente termino con seguir moviéndose porque no terminaría muerta ridículamente ahogada porque se quedó paralizada y con miedos imaginarios en su cabeza.
Aunque sus movimientos seguían siendo torpes, no paró de intentar buscar tierra firme. El chapoteo del agua era lo único que escuchaba aparte de su corazón latiendo rápidamente mientras entraba en desesperación.
Avanzó unos centímetros más hasta que algo agarro su pierna firmemente, mientras le clavaba una especie de garras grotescas en la piel de su pierna, alimentándose del miedo que emanaba ella al ver la sangre flotando en el agua conforme los segundos pasaban. De repente, fue arrastrada violentamente dentro de las oscuras aguas. Intentó que el poco aire que le quedaba no se escapara de sus pulmones mientras caía como un peso muerto en las profundidades.
No pudo evitar soltar gritos desesperados en busca de ayuda, pero eso no sirvió de nada y fue una perdida total de oxígeno.
Lentamente sentía como cerraba los ojos y el agua se entraba en sus pulmones, muriendo de la forma más lenta y dolorosa que podía existir, aunque ella seguía pensando que su muerte fue y seria ridícula e inútil. Sentía como su corazón se aceleraba, pidiendo ansiosamente un poco de aire.
Intentar huir le gastaría energía y el nulo aire que le quedaba, solo hizo el vago intento de abrir los ojos y ver a la cosa que la atrapo antes de morir. Al ver la horrible cara desfigurada y con cuencas vacías lanzo un último grito que fue capaz de escuchar.
Despertó agitada lanzando un grito ahogado al aire, puso la mano desesperadamente sobre su corazón que aun latía y empezó a tomar enormes bocanadas de aire, aún en trance por el sueño.
Reviso con lentitud sus alrededores y vio su reflejo en el sucio espejo que tenía, estaba sudando, su cabello estaba revuelto y su cara pálida del susto. Su piel morena había perdido color en solo segundos
– Dios, estas horrible – dijo la chica a su lado, que afilaba lenta y despreocupadamente un cuchillo de carnicero.
– Se podría decir lo mismo de ti, si en esas estamos – respondía mientras escondía su cara en la sucia sabana que tenía, escuchaba como la otra chica reía por debajo, descubrió su cara y miraba a su alrededor otra vez – ¿Dónde están...
– Siguen en su guardia, puedes seguir durmiendo si quieres, nos toca la nuestra en 15 minutos – le volvió a responder la chica mientras revisaba el viejo reloj que tenía en la muñeca.
Se pensó unos segundos si quería dormir un poco más o mejor se quedaba despierta esperando a que los otros dos llegaran.
– Estoy bien, yo... – se pensó la respuesta unos segundos, y terminó repitiendo – Estoy bien.
La otra chica bajo con cuidado el cuchillo y la miro con cautela.
– ¿Pesadillas de nuevo, Liz? – ella asintió cautelosamente y vio a la otra con seriedad. – No me veas así, sabes que no debes actuar a ser la ruda frente a mí.
Liz bajo la cabeza y dejó que los cabellos le cubrieran la cara como una cortina de mechones oscuros.
– Ya sabes Camille, es cazar o ser cazado y no quiero ser la presa de nadie. – lo dijo con un tono autoritario en la voz, pero su mirada se suavizo y le lanzo una sonrisa de medio lado a Camille.
– Esta bien Eliza, pero si salimos tarde a la guardia de hoy es tu culpa – le lanzo un par de zapatos al regazo, se los puso rápido para no ganarse un grito de enojo de parte de su amiga. Era obvio que no iba a volver a dormir si estaba nerviosa y mucho menos si era por una pesadilla, aunque el mundo ya era una pesadilla en carne y hueso. A veces, eran mejor los escenarios oscuros y solitarios que le mostraba su cerebro.
Esperaron pacientemente hasta que los otros dos llegaran y ellas pudieran salir a su guardia en el terrorífico mundo, en la terrorífica situación en la que se encontraban. Los 15 minutos pasaron como si fueran horas en el silencio sepulcral que rodeaba a ambas chicas.
– ¿De qué era esta vez? – era obvio que Camille estaba hablando de las pesadillas.
– Moría ahogada – susurró Eliza amargamente – como hace una semana. ¿Y tú por qué te despertaste antes?
– Insomnio – respondió Camille, las últimas noches no dormía bien por pensar demasiado, pero en su defensa nadie lo hacía. – Y no, no me voy a drogar para poder dormir bien.
Eliza saco el plan de tomarse unos somníferos que tenían en la caja de suministros para que su amiga pudiera descansar bien al menos un día, pero Camille se negaba rotundamente. Con cada día que pasaba, las ojeras y la palidez hacía que las pecas resaltarán más en su cara haciendo notar más en su rostro la falta de sueño.
Eliza abrió los brazos en gesto de darle un abrazo a su amiga y Camille apoyo su cabeza en el hombro de la otra chica para consolarse mutuamente mientras esperaban. Por el aire estaba esparcida la silenciosa promesa de protegerse las espaldas, incluso desde el comienzo de el mismo infierno desatado en la tierra, aunque ¿Cuándo no había sido un infierno?
Notes:
Hola, soy Jem y este es mi primer proyecto en la plataforma. No se usar bien ao3 aún :b, pero se aprende con el tiempo. Espero que le den mucho amor a la historia y para adelantos, contenido extra y demás pueden ver mi IG @just._jem_ <3
- Jem
Chapter 2: Primer arco: Inicio de un fin
Chapter by 𝕁𝕖𝕞 (just_jem)
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"Si es verdad que toda la vida está destinada a terminar,
entonces nosotros podemos decidir el final."
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Era una mañana cálida de un miércoles, estaban en clase de ciencias con la señora Bennet. Eliza miraba distraídamente por la ventana del salón mientras la maestra explicaba una formula que nadie iba a recordar después.
Estaba pensando en los sucesos de la mañana, antes de la clase de ciencias. Había llegado algo tarde por el tráfico.
Su madre trabajaba en una plataforma a unos quince minutos del colegio, estaba mordiendo sus largas uñas ansiosamente mientras su padre intentaba tranquilizarla sin quitar la vista del camino, Eliza sintió una corriente eléctrica subir por su espalda cuando el auto rebotó contra un bache en la carretera. Damian, su hermano, jugaba despreocupadamente en el teléfono celular de su padre y Eliza se preguntaba como es que el niño no perdía los nervios con la idea de llegar tarde.
Dejaron a su madre delante la puerta de su trabajo, ésta lanzaba besos al aire distraídamente y casi terminó chocando contra el guardia de seguridad. Eliza se preguntaba como es que su madre podía correr en tacones sin despeinarse y, a la vez, verse fabulosa haciéndolo. Con unos minutos de retraso, llegaron con tardanza al colegio. Su padre murmuraba maldiciones dirigidas al tráfico en la ciudad, pero se calmó cuando tuvo que despedirse de sus dos hijos, Eliza le dio un beso en la mejilla y entró corriendo por la puerta para estudiantes de secundaria. Sacudió la mano en dirección de su hermano y cruzó como una bala la puerta.
En los cinco minutos que le quedaban para entrar a clase, apenas y evito que le cerraran la puerta de la sección de secundaria junto con otros seis chicos más que llegaban tarde. Pensó que su suerte no podía ir peor cuando el mismo inspector estaba preguntando a cada uno de los chicos porque es que habían llegado tarde. El hombre bajito y canoso fue pasando de alumno en alumno hasta llegar a Eliza y girarse para empezar a darles un discurso bien memorizado sobre porque llegar tarde al colegio es una atrocidad.
Era la primera vez que Eliza escuchaba ese discurso, pero sus compañeros que llegaban tarde lo sabían repetir tantas veces con un tono de burla, pensaba que el mismo inspector tenía enmarcado ese discurso en su oficina y lo miraba con amor antes de sermonear a algunos alumnos.
– No sabes lo que me acabo de enterar por parte de mi padre...
Uno de los chicos estaba murmurando con alguien más, probablemente un amigo suyo que también había llegado tarde.
– ¿Es algo bueno para el país esta vez o solo sus actos de corrupción de nuevo?
Ambos chicos empezaban a reírse bajito por el comentario lanzado. Eliza sabía bien que escuchar conversaciones ajenas estaba mal, pero su único argumento ante eso era su excelente audición, además, no podía negarse a escuchar esa conversación ni aunque quisiera. La curiosidad ya la tenía entre sus redes.
– No, mucho peor. Lo digo en serio, lo que me dijo parece casi salido de una serie de televisión... – El chico hizo una pausa dramática, se podía sentir las ansias de su amigo en un radio de 5 kilómetros. Y la curiosidad de Eliza también crecía mientras el silencio pasaba. "La curiosidad mato al gato..." pensó Eliza. – creerás que mi padre está loco, e incluso que yo lo estoy por creérmelo. Pero dice que entre varias organizaciones médicas acabaron de crear una enfermedad que convierte a la gente en zombies...
"Y el gato murió sabiendo" terminó Eliza. Era sumamente ridículo. ¿Organizaciones médicas creando enfermedades en vez de buscar sus curas? ¿Qué clase de ironía era esa? ¿Y zombies? ¿Qué diablos se fumó ese chico para inventar todo ese cuento?
– ¿Zombies? Amigo ¿seguro que no estas drogado?
– No, lo juro por mi abuelita muerta... bueno, lo de los zombies me lo he inventado un poco, pero lo de la enfermedad es cierta. Te infectas con eso y tu cuerpo cambia... muta. El video que me mostro mi padre era aterrador, no dormí bien ayer pensando en que eso podría pasarme y...
El inspector había terminado, advirtió a los estudiantes que si volvían a llegar tarde las consecuencias iban a ser severas y no querían tener una mancha en su registro. Eliza perdió el hilo de la conversación de los dos chicos también presentes y decidió apresurarse para llegar a su salón de clase.
...
Llegó a la puerta de su salón y toco la puerta apresuradamente, espero unos segundos y le mando una mirada enojada a la puerta.
– Malditos... nadie me abre la puerta – murmuró, mirando disimuladamente a la ventana para ver como la maestra ni se inmuto de que alguien tocó la puerta. Nadie se movía de sus asientos y la maestra estaba a punto de pasar un video sobre el ADN.
La paciencia de Eliza se estaba acabando, volvió a mirar enojadamente a la puerta "A la mierda, si no me abren la puerta, me abriré camino sola." pensó y abrió decididamente la puerta, la maestra la miro enojada sobre sus lentes y sus compañeros de curso se voltearon a mirarla como si hubiera matado a alguien.
– Buenos días – saludó Eliza a la maestra mientras caminaba hasta llegar a su asiento, pasando con indiferencia al lado de sus compañeros y saludando a Camille, que la miraba sorprendida y evitaba no reírse.
– Señorita Lawless, ¿No cree que fue grosero de su parte entrar así cuando estaba pasando asistencia? – reclamó la señora Bennet, quien lucía mucho más enojada a Eliza al ver que no le hacía caso y organizaba sus libros sobre su pupitre.
– Perdón por la interrupción, maestra, pero nadie me abría la puerta y entonces decidí entrar por mi cuenta – respondió Eliza con un tono educado, pero con un tinte de burla también, un pequeño tinte que la maestra paso de alto o no notó.
– ¿Y se puede saber porque llegó cinco minutos tarde a la clase? – Eliza miró vagamente a la maestra, la señora Bennet estaba esperando una respuesta.
– Ah sí, eso... resulta que hubo un poco de tráfico antes de llegar. – Bennet examinó a Eliza, la maestra de cara agria no creía a la chica. Eliza no tenía planeado decirle su encuentro con otros alumnos y el inspector, porque lo veía como un detalle innecesario y, a fin de cuentas, lo del tráfico no era mentira. – No fue nada grave, maestra.
– Bien, pues la próxima vez intente no llegar tarde por un asunto como ese – comentó Bennet para después voltearse a ver la pantalla del computador, Eliza y otros compañeros miraron raro a la maestra.
– Bueno señorita Bennet, no creo que pueda pedirle amablemente al tráfico que me deje pasar para llegar a su clase – susurró Eliza sarcásticamente. Algunos compañeros que la escucharon se rieron ante el comentario, más la señora Bennet pareció no hacerlo y siguió con la lista de estudiantes.
La clase siguió con su transcurso normal, los alumnos tomaban nota y la señora Bennet iba explicando temas a los que Eliza no estaba prestando atención mientras veía por la ventana hacia uno de los pequeños jardines que tenía el colegio, miles de escenarios imaginarios pasaban por su cabeza. De vez en cuando prestaba atención a la clase, pero volvía a perderse fácilmente en los mundos fantásticos que creaba en su mente.
Sintió que algo caía junto a su brazo y vio una bolita de papel sobre su cuaderno, miro atrás suyo y vio como Camille señalaba al papelito con entusiasmo, pero bajo la mirada hacia su propio cuaderno cuando vio que la maestra iba a borrar la pizarra. Empezó a escribir apresuradamente mientras bajaba la cabeza haciendo que su cabello castaño escondiera sus ojos azules.
Eliza abrió el papelito y vio su contenido, al parecer, Camille estaba igual de aburrida que ella y decidió que era una buena idea conversar a través de bolas de papel.
Paso un buen rato de ambas chicas pasándose bolitas de papel por el aire hasta que escucharon como algo chocó con un escritorio. Se dieron vuelta y vieron como un chico rubio alzaba la cabeza y miraba a su alrededor confundido con sus ojos negros abiertos.
La maestra miró enojada al chico diciéndole silenciosamente que no quería ningún tipo de interrupción en su clase, los demás chicos de la clase empezaron a aplaudirle a su amigo. La maestra esta vez mandó una mirada asesina a toda la clase y los chicos dejaban de aplaudir lentamente.
– Jóvenes, no entiendo esta falta de respeto hacia su compañero o qué clase de bullying sea – comenzó seriamente Bennet. – pero no me quedare cruzada de brazos ante esa falta de respeto. Ahora si me permiten seguir con la clase...
Bennet esperó varios segundos, veía como los chicos del salón sonreían satisfechos pero discretos para no alzar sospechas.
– Bien. – dijo Bennet para seguir con una explicación aburrida que nadie recordaría después.
Eliza se quedó viendo los alrededores de la clase, no le sorprendía. Era cosa de casi todos los días y nadie entendía por qué se ponían a aplaudir de la nada. Por más que los profesores les advirtieran que dejaran de hacer eso, al grupo no le importaba en lo más mínimo.
Los chicos murmuraban por debajo y algunas chicas estaban anotando lo que explicaba la maestra. El chico que antes se había golpeado la cabeza con la mesa, intentaba mantener los ojos abiertos y miraba hacia la ventana con el rostro apoyado en su mano escondiendo una sutil sonrisa en su palma.
Eliza sintió como otro papelito caía cerca de su mano, volteo a mirar a Camille, que estaba ansiosa por una respuesta. Eliza lo desdobló con cuidado, tal vez Bennet pudiera ver todos los rincones de salón sin excepciones, pero no quería saber si también podía escuchar el sonido de una aguja cayendo en medio de un concierto de Black Metal.
"Creo que tu amigo se quedó dormido en clase."
Eliza intento contener una risa, fallando un poco en el intento. Bennet lució como un búho girando la cabeza, intentando buscar al propietario de la risa. Como falló en el intento, siguió con la vista hacia el computador buscando el video que iba a presentar esa clase.
"En serio? No me di cuenta, solo escuché que algo hueco chocaba con la mesa."
Eliza termino de escribir y volvió a lanzarle el papelito de vuelta a Camille, vio como la otra chica lanzaba una risa corta al aire y se ponía a escribir apresuradamente. Camille lanzó la bolita de papel al aire y cayo otra vez sobre el puesto de Eliza, Camille siempre tuvo buena puntería.
"Que mala, creo que te mal influencian mis propios amigos."
Eliza volvió a escribir apresuradamente en el papelito para hacerle una bolita y volver a lanzárselo a Camille con mucha menos puntería que ella. Pensó que iba a romper su récord personal de bolitas de papel bien apuntadas, pero parecía ser que su racha iba a quedarse en cinco.
"Creo que TU amigo mal influencia a todos, tú sabes de quien hablo."
Camille sonrió en dirección a Eliza y escondió rápido el papel en su cartuchera cuando vio como la maestra iba pasando por los puestos. Eliza miro a su alrededor de nuevo, los alumnos prestaban atención a la maestra como si fueran polillas atraídos por la luz. Camille suspiraba de alivio al ver como la maestra se olvidaba de su puesto, Eliza se dio cuenta de que alguien ya no parecía tener cara de dormido.
En la otra punta de la clase un chico la miraba con una sonrisa burlona en la cara, Eliza intentó con todas sus ganas no hacer una señal obscena a su dirección.
...
La clase de ciencias paso más rápido de lo que esperaba. Eliza saco un libro de debajo de su mesa mientras esperaba diez minutos exactos hasta que la maestra llegara en el cambio de hora. Estaba disfrutando cada palabra de su lectura cuando alguien le tapó la luz.
– Lizzy Liz, ¿Por qué tan perdida en ciencias? – canturreó una alegre pero burlona voz.
– Ya sabes Mark, por aquí y por allá menos con los pies en la tierra – respondió Eliza dejando al chico de rizado cabello con una cara confundida.
– Siempre eres tan filosófica, ¿cierto? – Eliza asintió ante la afirmación y el otro chico solo rió ante la respuesta.
– Ay Mark, vas a hacer enojar a Eliza. – le advirtió Camille, poniéndose al lado de su amiga – Y no creo que quieras tener un libro aplastado sobre tu cara.
– Vamos, Lizzy ama que este socializando con ella. – la sonrisa del chico se ensancho y la cara de Eliza mostraba una expresión neutra que comunicaba un claro "lárgate".
– No te quejes si no logro detenerla esta vez. – advirtió Camille, sacando un chicle de su bolsillo y metiéndoselo a la boca. – No creo que esta vez pueda sobornarla con que la portada es muy bonita como para dañarla.
– Dios Cami, me estas distrayendo del porqué de mi visita. – Camille hizo estallar una bomba que dejó un leve olor a menta antes de voltearse y ver confundida a Mark. Eliza supuso que solo iba a ser algo amargo con lo cual bromear y compartir unas risas.
– Pues si no quieres que la señorita McQueen te regañe por estar "socializando" con la clase, – empezó Eliza, sabiendo que ya casi se acababan sus diez minutos de descanso. – habla rápido.
– Si tan apurada estas, Lizzy Liz... – hizo una pausa dramática antes de seguir – ¿Por qué tanto tiempo viendo a tu amigo?
Eliza le lanzo una de las famosas miradas que aprendió de las maestras, él dio justo en el blanco y se puso a reír disimuladamente.
– Mejor ándate antes de que no pueda detenerla de lanzarte el libro... – la advertencia de Camille fue muy lenta o Eliza muy rápida con su lanzamiento. – O mejor lo hace mientras hablo. Qué más da, no voy a detener a Eliza de lanzártelo por segunda vez. – Camille siguió haciendo bombas de menta y miraba divertida a sus dos amigos.
Mark se reía aún más fuerte que antes y Eliza lo seguía mirando enojada, intentando que una sonrisa no se escapara de sus labios. "Maldito sea él y todas las personas con risa contagiosa" Pensó Eliza mientras que sus verdes ojos hervían como ácido.
– Oh vamos, solo una pequeña explicación. – se volteo rápidamente hacia el asiento del amigo de Eliza antes mencionado, con una sonrisa de diablillo en la cara – ¿No lo crees Alex?
El otro chico volteo a ver aburridamente hacia la dirección de los tres.
– Me vale verga – dijo y procedió a mirar hacia su cuaderno, haciendo que el cabello le cayera escondiendo sus ojos. Eliza sabía que seguía mirando hacia la dirección de ellos disimuladamente, le saludó de forma disimulada.
Camille miraba a los tres chicos, intercalando entre cada uno, como si se tratara de una especie de extraño partido de tenis. Mark seguía sonriendo, esta vez escondiendo su diabólica sonrisa con un intento de carita angelical, aunque de todas formas esa mascara no engañaba a nadie.
– ¿Tengo razones que darte? – Mark asentía frenéticamente, esta vez a Eliza se le escapo una pequeña sonrisa de los labios – Intentaba no reírme en voz alta de sus desgracias, será mi amigo, pero aceptar eso es como firmar un pacto.
Camille rió sabiendo lo mezquina que podía llegar a ser su amiga en broma. Mark también se reía junto a Camille, aunque un poco más alto que la chica.
– Bien jugado, Liz, sorprendes a todos siempre de las maneras más inesperadas – Mark y Eliza chocaron los puños.
– Es como si dos demonios estuvieran orgullosos de poseer humanos – confirmo Camille. – Pero ya en serio Mark, ¿Solo querías chisme, cierto?
– No puedo esconderte mis verdaderas intenciones, mi querida amiga – dijo Mark mientras daba una muy torpe reverencia.
Eliza volvió a concentrarse en su lectura, escuchando como Camille y Mark hablaban animadamente.
El bullicio siguió en la clase por un largo rato. "Bueno, al menos tenemos más tiempo libre" dijo feliz Eliza para sus adentros, luego congeló su cerebro por un momento "Que extraño, si la señorita McQueen llegara tarde, nos habría notificado antes".
Como si hubiera sido una de las pocas peticiones que Dios escuchara, la maestra entro apurada al salón, saludo rápidamente a los estudiantes y hubo silencio. Solo se escuchaba como sus tacones repiqueteaban contra en piso.
Notes:
El capítulo va desde la perspectiva de Eliza, la primera protagonista del libro. ¿Opiniones sobre ella? Nos vemos en el siguiente capítulo <3
- Jem
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– Bien, por donde empiezo para no asustarlos... – murmuraba la maestra, mordiéndose las uñas acrílicas que se puso la semana pasada.
Eliza no sabía cómo ni cuándo, pero apenas entró la maestra al salón, todos sus compañeros de clase estaban de vuelta en sus asientos y con los libros sobre las mesas. El salón estaba tan silencioso como una tumba olvidada en un cementerio.
– Chicos, perdonen la demora, pero a todos los maestros nos informaron una... – la señorita McQueen estaba buscando las palabras correctas para expresarse. – impactante e importante noticia...
Se empezaron a disparar murmullos por el salón, todo el mundo estaba cotorreando con la persona que le quedara más cerca y hacían preguntas, todos hacían preguntas confundidos. Eliza lo hacia sola, hablaba con ella misma en sus adentros. La mayoría hablaba con el amigo que le quedara más cerca, Camille estaba alejada de Eliza por cinco puestos y empezó a cuchichear con un grupo de chicas cerca suyo.
– Silencio, por favor. – McQueen se aclaró la garganta antes de hablar otra vez, parecía que las palabras se le quedaban atoradas en un nudo sin fin en la garganta, debía sacarlas con fuerza. – Como saben, varias enfermedades extrañas están apareciendo, o reapareciendo. Y se nos acaba de informar de una enfermedad no identificada hasta el momento.
La voz de la mujer tembló mientras decía las últimas palabras, se obligó a tragar en seco y a seguir hablando de forma directa a sus alumnos.
– Solo se sabe que se está dispersando a una velocidad alarmante y que es totalmente letal para la gente. – la voz de la maestra empezó a tartamudear, Eliza ahora sabía que el asunto sí era serio. – E-es totalmente diferente a algo que podemos ver normalmente, nada hace que los síntomas se vayan poco a poco, no se logra erradicar esta... infección de un cuerpo del todo.
Los compañeros de Eliza parecían estar menos alarmados de lo que esperaba, la chica tenía ganas de gritarles en la cara que les cruzaba por la mente para no entrar en pánico. Algunos decían felices y tranquilos que de seguro iban a perder una semana o dos de clases, no les importaba mucho, otros decían que tal vez solo era una mutación de la gripe española o de la viruela, que no era nada grave.
Eliza no pensaba igual, se le revolvía el estómago con solo pensar en lo que ese chico dijo en la mañana, que el cuerpo mutaba, cambiaba. Pensar en las infinitas posibilidades que causaba el virus en el cuerpo, en lo destrozado que podía quedar alguien de lo infectados... hizo que el corazón se le cayera al piso. Tal vez estaba viendo demasiadas películas de apocalipsis y zombies en la televisión...
¿A quién iba a engañar? Estaba paranoica por los comentarios estúpidos de esos chicos en la mañana. Tal vez ni fuera verdad lo de los mutantes o zombies o como fuera que los llamó ese tipo, tal vez era una broma y quería ver a cuantos estudiantes menores llegaban.
– Nos mostraron un video de lo que el virus hace en los infectados, e incluso nos pidieron mostrárselo a ustedes... – la maestra temblaba de miedo y parecía que estaba intentando borrar las horrorosas imágenes de tal video. – Más no les voy a mostrar esas imágenes tan grotescas y horribles, sigo sin entender porque implantarles más miedo a ustedes con eso...
La maestra explicó con asco lo que le mostraron en el video y varias razones argumentadas por las cuales no se lo iba a mostrar a sus estudiantes. Algunas personas en la sala se quejaron, les picaba el morbo y la curiosidad. La maestra ignoró las quejas y volvió a centrarse en hablar sin que se notara el temblor en su voz, para no asustar a sus alumnos.
Todos si excepción miraban con atención a la maestra, como si esa fuera la clase más interesante que hubieran tenido con ella. Eliza sentía que cada palabra que soltaba la profesora se le quedaba tatuada en el cerebro.
La maestra se aclaró la garganta antes de seguir, sacando a Eliza de su tortura mental.
– Se nos ha comunicado también que las autoridades del país han mandado una cantidad insana de grupos militares a diferentes establecimientos escolares, – informó McQueen sin que los nervios le ganaran. – van a recoger a todos los estudiantes y no hay de que preocuparse por ello, es por nuestra seguridad.
>> Sus padres ya han sido informados del asunto y nos han dado el visto bueno. Los militares van a pasar por cada salón sin excepciones, para asegurarse de que todo el personal y el personal de la institución esté seguro.
Después de decir eso, McQueen lucía más tranquila, pero a Eliza le estaba dando vueltas la cabeza.
Sentía los nervios a flor de piel y giro la cabeza en busca de una mirada conocida para calmarse, hizo un movimiento calmado para no alertar a nadie, pero se encontró con los ojos azules de Camille moviéndose de un lado al otro buscando que meter en su maleta y que no. Sus ojos se deslizaron para encontrarse con Alex, quien parecía ya no tener sueño en lo absoluto y prestaba total atención a todo lo que pasara. Finalmente, su vista se posó en Mark, quien parecía estar burlándose de la maestra, pero la tensión en sus hombros delataba que estaba igual de asustado que los demás.
– Se nos informó que llegarían en cualquier momento, tal vez en un minuto o dos... – parecía que ese día Dios estaba muy contento de cumplir cosas a tiempo, pues alguien tocó con insistencia la puerta y una figura oscura apareció junto a la ventana.
McQueen lazó un grito de la sorpresa, tomando desprevenidos a algunos estudiantes que empezaron a gritar e incluso a juntarse en grupos. Las chicas se abrazaban entre ellas y los chicos intentaban no abrazarse.
En ese momento, Eliza no podía controlar su cuerpo, sentía que se estaba moviendo sola. La adrenalina no le dejaba pensar con claridad, sintió el peso de su mochila sobre su hombro mientras su cabeza le gritaba "¡Corre!". Y eso hizo.
Notes:
Segundo capítulo, espero que estén disfrutando de la historia <3. No se cuanto me tarde editando los siguientes dos capítulos, pero ténganlos ya asegurados :b
- Jem
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Camille se encontraba tirada en el piso del salón, una de las chicas con la que antes estaba hablando la había empujado mientras gritaba y ambas terminaron en el suelo. De repente, sintió que algo la ponía de pie de nuevo en medio del desastre que era el salón.
Algunos de sus compañeros estaban corriendo, otros estaban escondidos en las esquinas o debajo de sus puestos, unos pocos estaban gritando, la maestra intentaba calmarlos a todos sin éxito. Camille estaba asustada.
Sintió el impulso de gritar y patalear para evitar que se la llevaran, pero después de darse cuenta que era Eliza quien le agarraba sin cuidado del piso, casi ni le importó que estuviera siendo arrastrada por el salón.
– Agarra a alguien – soltó Eliza, parecía no estar pensando en el momento. Camille siempre notaba cuando la mirada verde de Eliza se nublaba por los miles de pensamientos que le pasaban por la mente, y ese momento era igual a como recordaba.
"Agarra a alguien". La orden era simple, pero ¿por qué? Abrió la boca para preguntar, pero la cerró rápidamente para agarrar su mochila. Su mano se movió automáticamente y fue llevándose a alguien en contra de su voluntad.
Ni siquiera notó quien era la persona a la que se estaba llevando hasta que alguien empezó a protestar por respuestas hacia la chica.
– ¿Qué mierda, Camille? ¿Por qué no me sueltas? – Mark estaba forcejeando e intentando escaparse de su agarre. Camille, en respuesta, apretó más duro su mano, casi clavándole las uñas.
Volteo para ver a Eliza, seguía con la misma mirada que antes, pero ahora tenía también a alguien más a su lado, y ese alguien más era Alex. Este, a diferencia de Mark, no se estaba quejando y le daba total libertad a la morena para arrastrarlo por donde sea.
Camille estaba confundida, ella no podía explicarle nada a nadie porque no sabía que tornillo se le safo de la cabeza a su amiga esta vez y no quería protestar. Eliza no iba a responderle.
No quería preguntar cómo, pero Eliza logró salirse con la suya junto con otros tres adolescentes, burlando a hombres armados y entrenados. Sabía que la chica tenía pies ligeros, pero no pensaba que fuera a marcharse como si nada sin ningún problema.
Fueron directo al patio central del colegio, donde se veía grupos enteros de militares tratando de contener a un montón de niños como si fueran corderitos para el matadero. Eliza se iba escondiendo detrás de unos basureros, llevando a rastas a los otros tres, Camille sentía que el olor a basura haría que terminara vomitando y el dolor de su muñeca era tan fuerte que pensó que más tarde se encontraría con la bonita pulsera de moretones marca Lawless.
Los chicos estaban callados, no se estaban quejando por el hecho de que los estuvieran llevando como perros. Camille quitó los ojos de ellos y vio como Eliza estaba abriendo la puerta que daba al escenario del pequeño teatro de su escuela.
El teatro en realidad no podía ser descrito como "pequeño", pero para personas como Camille que han visitado los iluminados teatros de Broadway o la hermosa Opera de Sydney en Australia, el teatro de su escuela era una miniatura en comparación.
Ya dentro, aún con Eliza llevándolos a rastras, entraron en los "camerinos" del teatro. El lugar destinado a que los alumnos se prepararan para debutar ante la presencia de cientos de ojos terminó como una perdida de dinero, entonces el lugar servía para guardar basura y utilería. Camille sintió que ya no estaba siendo arrastrada, soltó la mano de Mark y tocó su muñeca mientras le echaba una ojeada al lugar.
Escuchó los murmullos provenientes de los dos chicos, o más bien, Mark estaba murmurando y Alex parecía estar ignorándolo. Camille tenía la mirada puesta en Eliza, quien estaba asegurando todas las puertas que estuvieran a la vista.
– Solo tres puertas... – Camille escuchó como Eliza hablaba entre dientes. Los otros dos también la miraron, confundidos. – Tal vez...
Camille se puso manos a la obra y empezó a mover diferentes objetos para tapar las puertas: sillas, mesas, utilería no tan pesada, y una pizarra. Se dirigió hacia Eliza.
– ¿Cuál puerta no tapamos? – preguntó, Eliza se volteo asustada a verla.
– Esa no, – Eliza señalo una simple puerta de madera, Camille supuso que fue por la que entraron. – nos servirá para salir después.
– Bien. – se volteo hacia los chicos – ¿Van a ayudar o a quedarse parados sin hacer nada?
Los chicos se lazaron una mirada y ayudaron a Camille, moviendo todo lo que fuera posible, Eliza se les unió luego. Los cuatro siguieron así por un largo rato hasta terminar de poner todo lo que encontraron en esa sala para tapar las dos puertas.
– ¿No sería mejor seguir viendo los otros lugares? – sugirió Alex, casi susurrando. Era la primera vez que hablaba desde que entraron, Camille estaba sorprendida.
– Mejor después – dijo Eliza respirando entrecortadamente, Camille se dio cuenta que algo no andaba bien con Eliza en ese momento.
Y, lastimosamente, se dio cuenta muy tarde de lo que era. Eliza se puso a caminar por la pequeña sala y empezaba a jugar con sus dedos, empezó murmurando muy bajito hasta que los otros escucharon como casi estaba gritando y negaba con la cabeza.
– ¡Dios, él lo dijo! ¡Lo dijo! – Eliza hacia un intento de no arrancarse el cabello y salió corriendo, abrió la puerta que dejaron libre. Los otros la siguieron con cuidado para no alterarla más.
Eliza tenía la mirada perdida, se aferraba al marco de la puerta por la cuál entraron al teatro. Camille se le acercó por detrás, en un intento de que reaccionara, pero Eliza salió corriendo cuando se escuchó que alguien soltaba un grito.
– Oh, mierda – musitó Camille entre dientes. tratando de no salir corriendo detrás de Eliza.
No quería irse sin darle una explicación a los otros dos. Sintió un dolor estridente subir por su braco cuando sintió una mano agarrándola de la muñeca que Eliza lastimó accidentalmente, intentó no hacer una mueca.
– ¿Qué rayos le pasa a Eliza? – Mark miraba a Camille esperando respuesta – ¿Acaso esta es un intento de mala broma?
– Miren, ella no está bien por el momento... – Camille intentaba buscar palabras que describieran la situación.
– Si, creo que todos se dieron cuenta de eso. – soltó Alex con un bufido, Camille tuvo que contenerse para no gritarle que cerrara la boca.
– ¿Me podrían escuchar un momento? – preguntó Camille en el tono más calmado que tenía, Mark ya no estaba tan insistente y solo esperaba por una respuesta.– Miren, no sé qué le pasa por la cabeza en este momento a Liz, pero puedo asegurarles que no hizo esto estando 100% consciente...
Los chicos miraban a Camille, incitándola a que siguiera hablando.
– Se encuentra algo estresada... ansiosa, más bien, – explicó Camille, intentando no perder los nervios también ella mientras enredaba un mechón de pelo entre sus dedos. – si la presionamos se pondrá peor.
Estaba pensando en que hacer para que Eliza volviera, la única opción lógica era salir a buscarla ella misma. Se dio la vuelta y empezó a dirigirse fuera del teatro, viendo si podía divisar a Eliza a la distancia.
– Oye ¡Espera! ¿A dónde crees que vas? – Camille no tenia tiempo de saber quien había preguntado eso, solo se giró para ver a ambos chicos con determinación y nervios.
– Solo me voy por unos minutos para buscar a Liz, cuiden el lugar – Camille se dio vuelta y escuchaba como Mark murmuraba que sería mejor buscarla todos juntos, Alex solo agregó que separarse era ilógico y que todos terminarían perdidos.
Perdiendo el sonido de las voces de los dos chicos, Camille se adentró entre la multitud y camino rápido para no ser atrapada por algún maestro, o peor, un militar.
...
Escuchaba sollozos entre la multitud y veía como la gente se abrazaba, consolándose débilmente. Siguió caminando hasta que llego a unas escaleras y vio la figura de Eliza abrazando a una chica que lloraba silenciosamente, Eliza tenía unas cuantas lagrimas escapándose de los ojos, susurró algo que solo ella y la otra chica pudieron escuchar.
Camille se acercó lo más lento y silenciosamente que pudo, reconoció a la chica a quien Eliza estaba abrazando casi al instante. Veía desde una esquina como Eliza abrazaba con gesto protector a su mejor amiga, Pauline.
La chica alzo la cabeza y se veía como sus ojos estaban hinchados y el cabello estaba revuelto y se le pegaba a la cara por culpa de las lágrimas.
– Todo estará bien, estoy aquí. No te dejare – susurraba Eliza en un tono dulce e intentaba quitarle todos los mechones de la cara a la otra chica. – Tranquila, todo está...
Eliza no terminó la frase y se quedó paralizada al darse cuenta que Camille admiraba con una mirada suave la escena. Pauline se percató de su presencia e intentó secarse las lágrimas para disimular un poco su compostura, las tres chicas se estaban mirando mutuamente.
Eliza se levantó de su asiento y se acercó directo hacia Camille, Pauline la seguía a un lado mientras se arreglaba el cabello.
– ¿Cómo me...
– Te encontré de pura casualidad, – respondió Camille antes de que Eliza terminara la pregunta – los muchachos se quedaron en el teatro.
La expresión de Eliza lucía más tranquila con ese detalle, la tensión de sus hombros había disminuido por unos segundos, pero volvió a aferrarse a Pauline como si esta fuera el último pedazo de tierra de la superficie para que evitara caer al vacío. Camille sentía la mirada de Pauline sobre ella y alzo la vista, para encontrarse con un saludo de parte de la chica.
– Solo vino para hablar – habló Pauline, intentando explicar la situación de manera simplificada y directa.
Camille asintió, dándole a entender a Pauline que no había ningún tipo de presión para ella o Eliza. Camille entendió perfectamente, sabía que ambas chicas tenían un vínculo muy fuerte y se amaban como hermanas, darían todo por la otra y se defenderían a capa y espada si fuera necesario. Enternecida por la imagen mental, Camille escuchaba como las otras chicas volvían a hablar con susurros, lucían tensas, Liz se dirijió a ella en busca de apoyo repentino.
– Estaremos seguros, ¿verdad Cami? – Camille no tenía ni idea de lo que hablaban, pero Eliza se veía tan desesperada que quiso ayudarla. – ¿Cam?
– Perdón Liz, pero ¿de qué hablas?
Notes:
Conozcan a nuestra segunda prota, Camille :D. ¿Opiniones sobre mi chica dulce? Nos vemos en el siguiente capítulo <3
- Jem
Chapter Text
Eliza jugaba con sus manos mientras trataba de explicar más o menos lo que estaba pasando entre ella y Pauline, a Camille se le estaba acabando la paciencia y los nervios estaban aumentando con solo pensar en la posibilidad de ser encontrada.
– Quiero que venga con nosotros. – Eliza hablaba como si buscara la aprobación de Camille. – Se que ya somo cuatro, pero tal vez podamos acomodarnos y...
– Y yo te dije que ya me tienen localizada, – contraatacó Pauline enojada, parecía que le faltaba paciencia en ese momento. Camille notaba que los ojos de la chica se cristalizaron de nuevo. – si falto, me encontraran de todas formas. No quiero poner a nadie en peligro y menos a ti, El.
Camille pudo escuchar como miles de cristales caían para romperse a la distancia, tal vez fue su imaginación, pero sintió como si ese fuera el corazón de su amiga. La cara de Eliza mostraba tristeza en su más puro estado y se notaba como intentaba mirar a otra dirección para que las lágrimas no salieran de sus ojos. Camille intento no gritarle a Pauline por ser tan egoísta y llevarse a Eliza a rastras.
Pauline intentaba ser razonable, Eliza intentaba ser persuasiva. Ninguna de esas estrategias estaban funcionando.
– Vamos, juro que nadie nos encontrara, el lugar es totalmente seguro y nadie lo conoce... – Liz seguía buscando buenas escusas para mantener a su amiga a salvo. Camille escuchó como Pauline susurró un silencioso "no". Eliza paro en seco, luciendo decepcionada. – ¿Cómo?
– Dije que no, El. – respondió Pauline en un tono cortante.
– Me prometiste no dejarme en los momentos difíciles – dijo Eliza cortante, Camille no sabía si las lágrimas que salían eran de tristeza o rabia.
Pauline exploto y empezó a hablar sin pensar, su paciencia parecía haber llegado a un límite.
– Eliza ¿¡qué no entiendes que con ellos estaré más segura!? ¿Qué los militares ya me tienen en la mira y que son mi única salvación? ¿Por qué piensas que tu plan va a funcionar? ¡Esto no es como los libros de ficción y fantasía con los que soñamos! Admítelo Eliza, tus planes nunca funcionan, ¡nunca!
Luego de la inminente explosión de emociones, Pauline cayó en cuenta de su error y salió corriendo del lugar sin mirar atrás, Eliza se encontraba paralizada y con la vista perdida. Camille no tuvo si quiera tiempo de gritarle por las atrocidades que acababa de decir, veía como la cabellera de la chica se perdía entre la multitud y miro enojadamente al gentío, rezando que su mirada estuviera quemándole el cabello entre la multitud.
Camille se llevo a Eliza lo más rápido que pudo de vuelta al teatro, sin mirar atrás y sin poder ver la expresión de dolor de su amiga. Si algún día volvía a ver a Pauline frente a frente, iban a tener un serio problema y Camille le iba a dirigir un discurso no tan pacífico.
Ya llegando a la entrada del teatro, justo antes de cruzar el umbral de la puerta con cuidado, se escuchó un grito de dolor en la multitud. Camille dio media vuelta para ver que estaba sucediendo, Eliza también lucía curiosa y alzo la mirada, la tristeza ahora estaba escondida bajo una mascara de seriedad.
Un hombre se estaba retorciendo en el piso, mientras intentaba arrancarse los ojos de sus cuencas, gritaba desesperado, como si la sensación de ver le causara mucha molestia. Un militar armado se acercó hasta el lo más rápido que pudo con una AK-47 en la mano, colocó el cañón del arma en la frente del hombre y se vio una explosión de masa cerebral sobre el patio. El hombre sin vida tenía hilos de sangre corriéndole por el rostro y chorros de cerebro que le llegaban hasta la nuca.
La expresión muerta del hombre reflejaba un horror indescriptible, sus ojos estaban en blanco. El militar que le había disparado segundos atrás hizo una orden silenciosa a sus hombres para que quitaran el cuerpo de su vista.
Otros tres militares se acercaron y agarraron en cuerpo sin cuidado, solo se escuchó la voz del hombre principal ordenando que el cuerpo fuera directo a un "quemador". Miles de ojos estaban posados sobre el cuerpo sin vida del hombre y los militares, esperando una explicación. Camille sentía se estaba quedando pálida, sus dedos no reaccionaban.
El militar que disparó al hombre empezó a hablar casi gritando para que todas las personas presentes fueran capaces de escucharlo. Camille cerró la puerta con cuidado para no ser descubiertos, ella rodó sus ojos mientras se imaginaba toda la basura política que estaba a punto de ser metida en la cabeza de todos esos chicos.
Volteo para mirar a Liz, tenía la mirada apagada y su vista se dirigía a la nada absoluta.
Camille quiso consolar a su amiga, decirle que todo iba a estar bien y que solo fue un error que se soltó en el momento, que todo se iba a solucionar y que tal vez algún día iban a despertar de esa pesadilla.
Escuchó unos pasos acercándose, Camille estaba a punto de gritar en forma de advertencia cuando se acordó que debían ser los chicos. Por un momento, se olvido que no solo eran ella y Eliza en el teatro.
– Yo no te abandonare, – susurró Camille lo suficientemente alto como que para Eliza escuchara, esta alzo la vista y la vio con una mirada llorosa y llena de agradecimiento. – tenlo por seguro.
Notes:
Primer drama de la historia, se darán cuenta más tarde como amo el drama a cantidades inhumanas. ¿Opiniones de los personajes introducidos en este capítulo? Tengan asegurados los siguientes dos capítulos <3
- Jem
