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Lilium: The Purity of Youth

Summary:

Érase una vez, cuando los vampiros habían perdido la capacidad de ser inmortales.

Todo parecía ir bien en el clan para jóvenes vampiros en el cual HwanWoong vivía, pero tras la desaparición de Xion, está seguro de que algo no está bien dentro de aquel lugar. ¿A dónde ha ido y por qué nadie parece recordar nada sobre Son DongJu?

— A veces es mejor no despertar de un sueño, aún si éste es una pesadilla. . .

 

♦ Fic crossover: RTK (ONEUS, Verivery, The Boyz)
♦ Muerte de personajes.
♦ Capítulos de 2-3K de palabras.
♦ Se encuentra en Wattpad con otros grupos (bajo nombre de KiriDae).

♦ Adaptación del Musical: Lilium Shoujo Junketsu Kageki. Créditos a su autor original.

Chapter 1: Prólogo

Chapter Text

Hace mucho tiempo atrás, los vampiros solíamos tener vida eterna.
Pero ahora, nosotros los vampiros, hemos perdido el don de la inmortalidad.
Cuando el tiempo llega, como a cualquier ser viviente, nos marchitamos...
morimos.

 

Érase una vez, hace muchísimos años, existía un hermoso jardín entre las profundidades de un misterioso y desconocido bosque.

El sitio era rodeado por miles de árboles de espeso follaje, troncos gruesos y enormes, además de la vegetación a ras del suelo que impedía ver siquiera los caminos que se formaban. Debido a esto, el jardín se hallaba oculto de los seres humanos, claro que con una excepción. Existía solo una persona que poseía el conocimiento de aquel místico y tan maravilloso lugar que era llamado mito por los hombres del pueblo.

Su nombre era desconocido, únicamente ubicaban las siglas "RV".

Debido a que la tarea era algo de cuidado, se tenía la idea de que se trataba de una mujer, cuando en realidad se trataba de un chico joven que trabajaba como jardinero.

Su tarea principal era encargarse de cuidar y dar vida a las flores, día a día, desde que había sabido de su existencia, tarea a la que se dedicaba en cuerpo y alma, tratando a cada flor como si fuesen las hijas que nunca había podido tener en su vida ya que no podía concebirlas. Pero, existió una flor en especial, una a la que cuidaba con un esfuerzo mayor ya que no había florecido a pesar de que todas las demás ya lo habían hecho.

Siempre estaba curioso sobre cómo luciría, ansioso de ver la belleza que sería cuando floreciera en todo su esplendor, la trataba con un cariño especial, con un extremo cuidado, como si al primer roce fuese a deshojarse... Era demasiado meticuloso en el cuidado de esa florecilla y su esmero había sido tal que quedó maravillado el día que al fin había florecido.

Esa flor era algo único, el color púrpura brillante en sus pétalos era tan vivaz y hermoso, uno que nunca había visto antes y desprendía un aroma suave y fresco, algo tan sutil, pero dulce al olfato que invitaba a disfrutar de la grata sensación que dejaba en la nariz.

La amó desde el momento en que la había visto, era la flor perfecta a sus ojos, pero como en todo ser viviente, sin importar la perfección de la flor un día se marchitaría, al igual que las demás. El jardinero se negaba a aceptar aquel cruel destino para su hermosa flor, no iba a permitir que algo tan divino fuese destruido por culpa del tiempo, no mientras él pudiese hacer algo para evitarlo, pero aquella duda retumbaba una y otra vez en su cabeza.

 

« ¿Qué podía hacer? »

 

Con aquella pregunta en mente, el tiempo encima y la preocupación porque el día en que su flor se marchitara fueron motivos más que suficientes para que comenzara a investigar día y noche, incluso pasando veladas enteras con insomnio, haciendo de todo lo que le fuera posible por la necesidad de encontrar algo que impidiese la muerte de la flor.

Sin embargo, el tiempo cumplió su lapso natural antes de que pudiese encontrar la respuesta a aquello que ansiaba con tanto anhelo y desespero: La flor se marchitó.

Fue entonces que lloró, lloró como nunca antes lo había hecho ante cruel pérdida.

La terquedad y su obsesiva búsqueda de la inmortalidad hicieron imposible que aceptara aquel destino, tenía que encontrar un método para cuando volviese a dar nacimiento a una flor de belleza única. Tenía que encontrar la manera de vencer al destino y a la muerte, quería encontrar la fuente de la inmortalidad.

Las noches de insomnio pronto se alargaron, cada día que pasaba, utilizaba a una flor para poder comprobar si sus descubrimientos, sus inventos y demás daban fruto a algo. No importaba si no dormía por buscar una solución, no importaba si no comía por intentar descubrir que invento daba frutos, incluso no le importaba si se llevaba la vida entera en ello.

Las flores del jardín al ver aquel sufrimiento en su único cuidador, incapaces de seguir soportando en silencio el tener que verlo de esa manera, se unieron a coro para poder expresar su sentir al jardinero, dejando solamente un mensaje para éste, con la esperanza de que desistiera de su tarea y volviese a cuidarlas solamente.

Aquellas flores en conjunto, solamente dejaron sus palabras para aquel amable jardinero:

 

« Forget-me-not.  Por favor, no nos olvides.
Somos flores que florecen una sola vez,
pero viviremos eternamente en tus recuerdos.»

 


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