Chapter Text
Jungkook
En cuanto Namjoon se fue con sus hijos, tomó un taxi. El aire de la mañana era frio.
No fue dificil decidir que caminaria unas cuadras antes para pensar. Caminó durante unos minutos antes de detenerse en un paradero de taxis. Miró el celular otra vez y volvio a leer aquel mensaje. Su mandíbula se tensó. Su cuerpo entero temblaba, pero no por el frío.
Levantó una mano y detuvo el primer taxi que pasó.
Se subió sin pensarlo demasiado, como si su cuerpo actuara en automático.
—¿A dónde lo llevo, joven?— preguntó el conductor, un hombre de edad avanzada que lo miró por el espejo retrovisor.
Jungkook soltó la dirección de memoria.
El taxi arrancó y se perdió entre las luces de la ciudad.
El trayecto fue un infierno.
Sus manos estaban frías y sudorosas. Su corazón latía con una violencia descontrolada. No debía estar haciendo esto a espaldas de Namjoon. Sabía que no debía pero el odio y el rencor dentro de él ardían demasiado fuerte como para ignorarlos. Apoyó la cabeza en el cristal de la ventana y cerró los ojos, intentando calmar el torbellino de emociones negativas dentro de él.
Nada ayudó.
El viaje no tardó mucho, pero para Jungkook se sintió como horas. Cuando el auto se detuvo frente a la casa de los padres de Seokjin, supo que ya no había vuelta atrás. Pagó la tarifa sin siquiera escuchar cuánto era. Bajó, inhaló profundamente y caminó hacia la puerta principal.
Tocó el timbre y esperó. Unos segundos después, la puerta se abrió. Seokjin no fue quien lo recibió, fue su padre. El hombre, alto y de semblante serio, se quedó en silencio al verlo.
Jungkook apenas pudo contener la ira que se disparó dentro de él.
—¿Dónde está?— preguntó con voz ronca y directo al grano, no queria alargar mas su tiempo con esa gente.
El padre de Seokjin no respondió de inmediato. Sus ojos lo analizaron, como si intentara descifrar que tramaba.
Luego, simplemente se hizo a un lado.
Jungkook entró sin más.
El interior de la casa olía igual que antes, a madera pulida y perfumantes caros pero algo se sentía diferente. Quizás porque ahora sabía que todo lo que le habían dicho sobre la muerte de Seokjin había sido una mentira.
Quizás porque el hombre que alguna vez amó estaba vivo, respirando, construyendo una vida sin él mientras destruia su familia.
Lo llevaron hasta la sala.
Y ahí estaba.
Seokjin.
Sentado en uno de los sofás de la lujosa habitación, con la espalda recta y las manos apoyadas en las rodillas.
Jungkook sintió que el aire abandonaba sus pulmones.
Se veía exactamente igual... pero distinto al mismo tiempo.
Lo miro a detalle. Su piel seguía tersa, su cabello seguía cayendo con suavidad sobre su frente, sus labios seguían teniendo ese tono rosa natural. Pero sus ojos... Esos ojos que Jungkook alguna vez creyó llenos de amor ahora lo miraban con una frialdad abrumadora.
Nadie habló al principio.
El padre de Seokjin los dejó solos tras una mirada tensa y una clara amenaza de que si tocaba a su hijo lo mataria.
Seokjin fue el primero en romper el silencio.
—No esperaba que llegaras tan rápido.
Jungkook sintió un escalofrío recorrer su columna.
—¿Desde cuándo?— su voz sonó más áspera de lo que pretendía.
Seokjin suspiró.
—Responde, maldita sea— Jungkook apretó los puños —¿Por qué?—intento cuestionar otra vez despues de no recibir respuesta alguna.
Seokjin levantó la cabeza.
Y entonces, con la voz más calmada y natural del mundo, lo dijo.
—Porque encontré a mi destinado.
Jungkook sintió un golpe en el pecho y aunque quiso decir algo, no pudo.
Seokjin no esperó su reacción ni su respuesta.
—Se llama Jung Hoseok— continuó, con un tono neutro —Lo conocí hace cuatro años, pero lo supe desde el primer momento en que lo vi.
Jungkook temblaba, sus musculos se sentian tensos, apunto de explotar.
—Tenemos un hijo.
El aire se escapó de sus pulmones.
—Lo escuche y tambien lo vi.
Seokjin sonrió con una ternura que Jungkook no recordaba haber visto antes.
—Tiene casi tres años. Es hermoso, Jungkook. Se parece mucho a mi alfa, pero tiene mis ojos.
Jungkook sintió cómo su visión se volvía borrosa.
El mundo giraba, pero él no se movía.
—Soy tan feliz, como nunca lo fui— susurró Seokjin.
El alfa sintió que algo dentro de él quemaba en su pecho.
—¿Feliz como nunca lo fuiste?— su voz tembló —¿Después de todo lo que hiciste? ¿A costa del dolor de tus hijos? ¿A costa de mi dolor?
El tono de Seokjin se endureció.
—No me mires así, Jungkook. Sabes que nunca te amé.
Eso fue suficiente para hacer explotar la bomba. Jungkook se puso de pie de golpe, con la respiración agitada.
—Nos abandonaste. Mentiste y armaste todo este teatro.
Seokjin no se movió.
—Yo no podía seguir fingiendo.
—Pudiste haber dicho que no desde el inicio. Pudiste haber sido honesto.
Seokjin desvió la mirada, con una expresión amarga.
—Me presionaron. No supe qué hacer.
Jungkook soltó una risa incrédula.
—Nos hiciste creer que estabas muerto, Seokjin. ¿Sabes lo que eso nos hizo? Hiciste que tus hijos te lloraran. Sufrieron un maldito lazo roto siendo tan pequeños.
Los labios de Seokjin temblaron por un momento.
Pero luego, su mirada se endureció.
—No podía cuidarlos más.
Jungkook sintió que el aire se volvía irrespirable.
—¿Qué?
Seokjin lo miró a los ojos.
—No podía seguir criándolos solo por ti.
—Ellos son tus hijos.
—Pero yo no quería tenerlos contigo, nunca los vi como mios.
Las palabras cayeron sobre él como una tormenta de cuchillas.
Seokjin continuó, sin titubear.
—Esperé a que Taehyung tuviera seis meses y no me necesitara más. Planeé todo para poder irme sin que me encontraran ni me buscaran. El zoológico me ayudó a escapar de ti.
Jungkook apretó los puños con tanta fuerza que sus uñas se hundieron en su piel.
—Dios...— su voz sonó rota —Me haces sonar como un maldito lunático.
Seokjin cerró los ojos.
—Jungkook...
—Cállate, maldito infeliz— gritó, con el pecho ardiendo en rabia y dolor —Vive tu maldita vida, Seokjin. Con tu alfa, con tu hijo, con la felicidad que nunca habias experimentado.
El omega abrió los ojos, sorprendido por la intensidad en su voz.
Jungkook sintió las lágrimas quemarle la garganta, pero no las dejó salir.
—Yo también perdí algo, ¿sabes?
Seokjin no respondió.
—Yo también perdí la oportunidad de amar a mi destinado como él merecia por la maldita culpa.
El omega abrió la boca, pero Jungkook lo interrumpió.
—Por tu maldita muerte, crei que te debia lealtad, que debia respetar la memoria dd mi perfecto omega— rió con amargura mientras las lágrimas manchaban sus mejillas —Debes estar tan feliz con toda esa atención...
Seokjin parpadeó.
—Destinado...
—Si, lo conocí— continuó Jungkook con una risa amarga —Y él es todo lo que tú nunca podrás ser— dijo sabiendo que esa verdad heriria su ego.
Los ojos de Seokjin temblaron.
—¿A qué te refieres?
Jungkook dio un paso atrás.
Silencio.
—¿Quien es? ¿Como se llama?...
—Es el oficial que vio tu caso, me dijo que hablo contigo.
—Namjo...
—Si— interrumpio Jungkook—No te atrevas a pronunciar su nombre. No ensucies su precioso nombre. Él es omega mas especial que he conocido, es tan hermoso, tan dulce, es sexy, es un ángel. Él está criando a tus hijos, esos que abandonaste y nunca quisiste. Él los está cuidando, porque tú no quisiste hacerlo, ellos lo llaman su padre ¿Sabes?
Los ojos de Seokjin brillaron con algo que Jungkook no supo leer pero ya no le interesaba.
—Y no te preocupes, no es necesario que regreses. Para nosotros...— murmuró, con la voz más fría que nunca —Para nosotros moriste aquel día. No te necesito y mis hijos no te necesitan, ni lo haran jamás...
Y, sin decir más, se marchó.
☆☆☆☆☆
Namjoon
Las manecillas del reloj avanzaban con una lentitud insoportable. Estaba sentado en el sofá, con la pierna rebotando sin control.
Jungkook no aparecía.
Ya habían pasado horas.
El silencio en la casa era inquietante. Los cachorros finalmente se habían dormido, acurrucados juntos en la habitación. Pero él no podía dormir. No podía dejar de mirar el teléfono.
Jungkook no respondía los mensajes. No devolvía las llamadas.
El miedo se iba filtrando en su piel como un veneno.
"Por favor, dime que estás bien." Pensaba mientras rezaba a todas las deisades que conocia.
Cuando el teléfono finalmente sonó, lo agarró de inmediato.
—¿Jungkook?— su voz tembló.
—Nam...
No era Jungkook.
Era Mark.
—¿Mark? ¿Que paso?— dijo esperando lo peor.
La pausa al otro lado de la línea lo puso aún más nervioso.
—Estamos en el hospital.
Sintió que la sangre le abandonaba el rostro.
—¿Qué pasó?— su voz fue apenas un susurro.
—Jungkook se desmayó otra vez. Estamos en el hospital.
Con aquellas palabras puso de pie de golpe.
—Voy para allá en cuanto llegue mi padre.
Mark no respondió, pero él pudo oír el cansancio en su respiración. Colgó y comenzó a moverse de inmediato. No podía entrar en pánico. No ahora. Su padre llegó unos minutos después.
—Papá, necesito que te quedes con los niños.
El hombre frunció el ceño.
—¿Qué pasó ahora?
Namjoon tragó saliva.
—Jungkook está en el hospital.
Su padre no dijo nada más. Solo asintió y le hizo un gesto para que se fuera y él no perdió más tiempo. Tomó las llaves y salió a toda prisa.
El pasillo del hospital olía a desinfectante y aquello le revolvia las entrañas. Caminó con prisa hasta la recepción, donde Mark lo esperaba con los brazos cruzados.
—¿Dónde está?
—Habitación trecientos siete— respondió Mark —Pero el doctor quiere hablar contigo primero.
Sintió una punzada de ansiedad, pero asintió y siguió a Mark hasta el consultorio.
El doctor, un beta de mediana edad con expresión seria, lo recibió con una mirada de análisis.
—¿Es usted su destinado, verdad?
Namjoon parpadeó.
—¿Qué?
—El señor Jeon y usted tienen una conexión evidente. Lo hemos notado en sus registros médicos anteriores ya que el nos proporciono esos datos.
Con la información sintió su estómago revolverse.
—¿Por qué lo pregunta?
El doctor suspiró.
—Nos gustaría hacerle unos análisis— dijo y él frunció el ceño.
—¿Por qué?
—Creemos que el problema de Jungkook está relacionado con la conexión de sus lobos.
El aire se volvió pesado.
—¿Nuestros... lobos?
—Sí. Se añoran, pero parece que algo no los deja estar en sintonía y unirse como debe de ser.
Nervioso, tragó saliva.
—¿Eso es peligroso?
—Podría serlo si no se resuelve.
La preocupación lo golpeó con fuerza.
—Háganme los análisis.
Le sacaron sangre y le hicieron varias pruebas rápidas. Anotaron datos y le preguntaron cosas sobre su información medica. Cuando todo termino lo dejaron ir a la habitación de Jungkook.
Al entrar el alfa estaba dormido.
Su respiración era tranquila, pero su rostro estaba tenso. Tenia un gran ceño fruncido.
Él se acercó y se sentó a su lado, tomando su mano con cuidado. El contacto pareció despertar algo dentro de Jungkook. El alfa se movió, aún sin abrir los ojos, y en un movimiento rápido lo jaló contra su cuerpo y Namjoon quedó atrapado entre sus brazos.
Y entonces, Jungkook empezó a llorar.
—Lo siento...— su voz se rompió en un sollozo ahogado —Por la diosa luna, Namjoon... lo siento tanto...
Namjoon sintió sus propias lágrimas arder en su garganta.
—¿Qué pasó?
Jungkook tembló.
—Fui a verlo— susurro el alfa y él se quedó quieto.
—¿A quién?— preguntó aunque ya conocia la respuesta.
Jungkook enterró el rostro en su cuello.
—A Seokjin.
Sintió su estómago hundirse por la decepción y el dolor pero antes de que pudiera preguntar, Jungkook siguió hablando.
—Fui a enfrentarlo. Fui a pedirle respuestas— Jeon continuó y él cerró los ojos.
—¿Y qué te dijo?
Jungkook rió con amargura.
—Que encontró a su destinado. Que es feliz. Que tiene un hijo— Sintió una punzada en el pecho y Jungkook inhaló temblorosamente —Me dijo que nunca me amó.
Namjoon se tensó.
Jungkook se separó lo suficiente para mirarlo a los ojos. Había tanto dolor en ellos, pero también había algo más. Algo profundo. Algo que hizo que se le detuviera el corazón.
—Nunca serás como él.
La declaración lo tomó por sorpresa.
—¿Qué...?
Jungkook tomó su rostro entre sus manos, con los ojos enrojecidos y brillantes.
—Tú eres lo más puro que he conocido en mi vida.
Namjoon sintió que el aire se le atascaba en los pulmones.
Jungkook tragó saliva, su voz temblaba.
—No quiero que pienses que estás aquí solo porque él se fue y eres su reemplazo. No es asi. Solo necesitaba hablar con él.
Namjoon abrió la boca, pero Jungkook lo silenció con una mirada intensa.
—Eres diferente, Namjoon. Eres...— su voz se quebró —Eres mi hogar. Eres mi ángel.
Namjoon sintió un escalofrío recorrer su columna.
Jungkook acarició su mejilla con el pulgar.
—Eres bueno. Eres fuerte. Eres tan... tan increíblemente hermoso. Eres lo que siempre imagine. Contigo he vivido lo que siempre imagine que deberia sentirse con el ser amado.
Namjoon sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas.
Jungkook inhaló con dificultad.
—Y te amo.
Namjoon sintió como si su corazón se detuviera.
Jungkook sonrió con tristeza.
—Dios, te amo tanto...
Namjoon no pudo contener el sollozo que escapó de sus labios.
Jungkook lo abrazó con fuerza, como si temiera que desapareciera.
—Lo siento por haber tardado tanto...
Namjoon dejó que las lágrimas cayeran por su rostro.
Pero no respondió.
No todavía.
